Qué hace el coaching por ti.
He de confesar que cuando empecé mi formación en coaching, no confiaba al cien por cien en la efectividad de sus resultados. No entendía muy bien el proceso y cómo alguien que no era experto en un área concreta, podría estar capacitado para ayudar a conseguir unos objetivos a otra persona o, en mi caso, empresa o directivo.
No obstante, me decidí a iniciarme en este mundo como parte de mi formación como directiva y supongo que también por curiosidad, por conocer más a fondo esta nueva tendencia de la que todo el mundo hablaba como algo eficaz para el desarrollo de personas.
Aunque la formación me fascinó, fueron las prácticas que tuve que hacer para la obtención del título lo me convenció de la efectividad de este método y cómo conduce a cambios significativos y duraderos.
En un proceso de coaching, el protagonista, el auténtico responsable del proceso es el cliente: él es el que se conoce, conoce sus recursos, su disposición y su compromiso. El coach se centra en a ayudar al cliente a pensar por sí mismo, a encontrar las respuestas a sus preguntas, a descubrir su potencial y a actuar. Y aunque pueda parecerlo, te aseguro que eso no lo hace cualquiera.
El coaching ayuda principalmente a aquellos que necesitan clarificar lo que realmente desean, a aquellas personas que no están satisfechas con algún aspecto de su vida personal o profesional, empresas que no están obteniendo los resultados deseados o que, sabiendo lo que quieren, no saben cómo lograrlo.
Y todo ello, en torno a la mejor y más antigua de las herramientas para el conocimiento: la pregunta. Estas nos hacen pararnos a pensar, nos obligan a tomar conciencia, a reflexionar, a descubrir nuestro verdadero potencial. Todas las respuestas están dentro de cada uno y todo el potencial para llevar a cabo nuestros propósitos, también.
Porque no debemos olvidar que aunque entre las herramientas de un coach se encuentran algunas muy novedosas como la Programación Neurolingüística o la Neurociencia, el coaching tiene raíces muy antiguas ya que, podríamos decir, que Sócrates, Platón y Aristóteles han sido las grandes influencias del coaching.
Una vez situados y con los objetivos claros, el cliente establece un plan de acción. En esta fase, el coach estará muy cerca para ayudar a superar las dificultades que suelen aparecer en la puesta en práctica, desarrollar la confianza en uno mismo y para activar la voluntad, seguridad y perseverancia necesaria para conseguir el/los objetivo/s.
Porque el coaching es reflexión pero, sobre todo, el coaching es acción. La reflexión no sirve de nada si no se pone en práctica aquello de lo que el cliente ha tomado consciencia, ha asumido capacidad de actuación y se ha hecho responsable.
Y un punto importantísimo, la elección del coach: en un proceso tan personal como este, la elección de la persona que te va a acompañar es de vital importancia. En primer lugar, es importante su formación y experiencia para lo que recomiendo que el cliente compruebe que el coach está certificado en alguna de las asociaciones de coaching que existen en España. Pero no debemos olvidar la importancia de que, desde el primer momento, esa persona te transmita confianza, energía, compromiso y detectes una vocación sincera por ayudarte a que seas el único protagonista de tus éxitos. Así mismo, el coach debe ser lo más honesto posible y no comprometerse en ningún proceso con el que realmente no se sienta implicado o capacitado al cien por cien.
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